Autor(es): Por Leopoldo Caravedo Molinari
Imagínense por un momento a un extraterrestre que se transporta desde su nave a la tierra y termina en el consultorio de un psicoanalista… “Qué extraños los terrícolas -muy probablemente pensaría-, hay un humano que habla en voz alta, recostado en un mueble, mirando al techo, y otro humano sentado detrás de él, escuchando… de vez en cuando responde”. Para nosotros, los que abrigamos la causa psicoanalítica, está misma escena nos parece natural. Es interesante y -como solemos decir- reveladora de lo inconsciente. Pero así como para este extraterrestre imaginario, hay terrícolas -no del ámbito psicoanalítico- que concuerdan con los extraterrestres. Les parecemos extraños, amenazantes, y por lo tanto, atacan a la teoría, a la técnica y las pretenden descalificar.
En el fútbol ocurre algo parecido. Hay quienes estamos vinculados a él por haberlo practicado, por ser parte de una familia que practica o disfruta este deporte, o por haber trabajado en el ámbito deportivo –específicamente futbolístico. Nos gusta y lo sentimos también como parte de nuestros intereses. Otros se mantienen en una neutralidad distante, y algunos más bien lo descalifican y lo menosprecian. Pienso que Norbert Elías estaría de acuerdo que, en la situación peruana, el futbol se ha convertido en un representante de nuestra sociedad.
En el fútbol no se escapan siquiera los procesos de corrupción (como lo demuestra que el ex presidente de la FPF esté en prisión). También representa el imaginario colectivo y cultural nuestro: el error es vilipendiado y es capaz de suscitar la agresión más baja y artera contra quien lo cometa. La intolerancia y la incapacidad para contener pensamientos se expresa en el modo más primitivo, como quizás se presenta muchas veces en nuestros divanes y en nuestra propia vida.
Sin embargo, también se ven aspectos positivos, como lo estamos viendo ahora. La organización, la superación de adversidades, la producción de ilusiones y espejos para nuestros ciudadanos en todos los sectores sociales, que algo ven de sí representado en este grupo. El fútbol es la actividad social capaz de convocar más compromiso que cualquier otra propuesta en nuestro medio. Peruanos de todo el mundo acompañaron a la selección a Rusia, y ahora a Brasil.
Entonces, como pocas veces en nuestra historia, el equipo de fútbol del Perú es también una maravillosa oportunidad para pensarnos, para influir de un modo que sobrepasa las capacidades de los políticos, los educadores y los sistemas de salud mental. Como nunca, la palabra “solidaridad” está ligada al éxito, a sobreponerse a la adversidad. La noción de relación, de equipo, de hablar para solucionar las dificultades; la privacidad como un lugar donde se puede compartir y transformar, vienen siendo ideas y conceptos que transitan fluidamente en los medios y en la mente de los ciudadanos. Y, asociada a estas ideas, está la de proceso. La idea de que la inspiración no es suficiente para un momento, sino que hay que sostenerla en el tiempo, acompañarla de creatividad, flexibilidad de mente, y soporte de vínculos. Como pocas veces en un contexto social, las habilidades blandas –empatía, sintonía, afectividad, comunicación- se han convertido en una muestra fehaciente de su inmensa capacidad para afrontar las dificultades.
Aunque no esté formulado explícitamente de este modo, soy de los que piensa que el psicoanálisis también es un extraordinario medio para el desarrollo de dichas habilidades, y un espacio donde éstas –al mismo tiempo- son necesarias. Soy de los que cree también –y no soy el único- que el deporte es cultura: se nutre de ella, y la expresa. Si en nuestra institución nos animamos a poder pensar el deporte, tendremos una maravillosa oportunidad -a través de ello- de compartir nuestras teorías, y darle a quienes lo practican, un soporte en su proceso de realización personal. Nuestros aportes pueden ser una forma de llegar a los diversos entornos vinculados a los deportistas, que están ávidos de un gesto –como diría Winnicott- que los reconozca como ciudadanos, como deportistas y como creadores de sentido.
Después de esta Copa América, vienen las clasificatorias para el mundial Qatar 2022. Puede ser un buen tiempo para que aportemos e intercambiemos ideas desde nuestra particular perspectiva -la teoría psicoanalítica-, aplicada al deporte y, por lo tanto, a la cultura. Al tener algo que decir en nuestra propia Sociedad, nos estaremos poniendo del lado de la posibilidad de pensar, de permitir un camino para la sublimación de las pasiones, para la articulación de las ilusiones, para confrontarnos con temores, y así podremos, junto con nuestra selección, ser merecedores de una copa.