María Rostworowski: su vínculo con la SPP y el legado que nos deja.

Autor(es): Pilar Ortiz de Zevallos

Hablar sobre María Rostworowski es hablar de la mujer que representa la etnohistoria en el Perú. Esa rama de la historiografía nacional que nos dio a conocer el mundo andino de los siglos XV y XVI. Para muchos de nosotros, en la sociedad psicoanalítica, hablar de María constituye un hecho especialmente cercano y significativo. Su relación con esta sociedad tuvo lazos sólidos de variada índole de amistad, académicos y hasta contractuales.

A finales de los ochenta del siglo pasado, María sentía que sus estudios sobre el mundo prehispánico le habían dejado muchas interrogantes relacionadas a la mentalidad andina. Sintió la necesidad de profundizar en los aspectos subjetivos de esa cosmovisión, para lo cual la búsqueda de nuevas herramientas se hizoz imprescindible. Es así que entró en contacto con el psicoanálisis convocando, junto con el antropólogo Luis Millones, a los psicoanalistas Max Hernández, Moisés Lemlij y Alberto Péndola, a reunirse en su departamento para compartir reflexiones sobre temas relacionados con nuestro pasado prehispánico. De ese trabajo en conjunto surgió el llamado Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos (SIDEA). Se inauguró, de esta manera, una etapa de diálogos, lecturas y análisis interdisciplinarios que tuvo su primer logro con la publicación del libro: “Entre el mito y la historia. Psicoanálisis y pasado andino” (1987).

El trabajo con SIDEA prosiguió en los años siguientes. María participó en el primer Congreso Peruano de Psicoanálisis “Psicoanálisis e identidad” que se realizó en abril de 1988 con la ponencia “Identidad y origen. El mito del nacimiento de Pariacaca”. Al cabo de un tiempo apareció una nueva publicación “El umbral de los dioses” (1991), en donde María colaboró en varios artículos sobre mitos y rituales andinos.

Posteriormente realizaría otra investigación en la misma línea interdisciplinaria con la psicoanalista María del Carmen Ramos y quien escribe, indagando el aspecto subjetivo de la representación de los genitales femeninos en la iconografía andina prehispánica. Trabajo que fue presentado en el XXI Congreso Latinoamericano de Psiquiatría “Carlos Alberto Seguín” y publicado en el No. 3 de la Revista Psicoanálisis de la SPP.

Para María el contacto con la teoría psicoanalítica fue siempre muy enriquecedor. Compartían el mismo interés en la búsqueda de nuevos significados y en abrir espacios de comprensión a las complejidades de la cosmovisión prehispánica. En una conversación me llegó a decir que si ella no hubiera sido historiadora le hubiera gustado ser psicoanalista.

Era una mujer con un espíritu libre y creativo, cuya curiosidad había despertado en ella variados intereses. De su amplitud de mirada no sólo se benefició la comprensión de la historia andina, sino las personas que la conocimos. Encontramos siempre su compañía acogedora y estimulante. El recuerdo de su conversación inteligente y esclarecedora nos acompaña permanentemente.

Pero hay otro motivo que nos relaciona con María. En el año 1999 la historiadora alquiló su casa a la SPP. Ella nos decía sentirse tranquila por estar firmando un contrato entre amigos. Años más tarde, en el 2003, María del Carmen Ramos, presidenta de la SPP, con el apoyo de su junta directiva conformada por Teresa Bolaños, Sara Flores, Jorge Parodi, Luis Herrera y Augusto Escribens, la convencieron para que nos la vendiera.

María contaba que una de las razones por las cuales decidió vendernos su casa, que para ella guardaba entrañables recuerdos familiares, fue el compromiso de María del Carmen, a nombre de la SPP, que su casa no sería derrumbada. Confió su cuidado a sus amigos psicoanalistas. Hecho que felizmente ha sido respetado.

SU LEGADO

En las décadas de 1960, 1970 y hasta los ochentas un grupo de científicos sociales realizó e impulsó novedosas investigaciones de corte interdisciplinario sobre el mundo andino de los siglos XV y XVI.

Dentro del grupo de etnohistoriadores, María tuvo un desarrollo sui generis al no contar con estudios académicos formales en ninguna disciplina de las Ciencias Sociales. Desde su vasta cultura personal, que implicaba el manejo de varios idiomas, y con el espíritu riguroso y la inagotable curiosidad que la caracterizaba inició sus estudios leyendo a los cronistas y a los pocos escritos de esa época sobre el periodo incaico. Su paso como alumna libre en la Universidad de San Marcos, junto con las herramientas metodológicas que en un inicio le proveyó el historiador Raúl Porras Barrenechea, le permitieron iniciarse en el oficio de la historia a través de una original investigación sobre Pachacutec. Este trabajo dio origen a su primer libro: “Pachacutec Inca Yupanqui” (1953). María solía referirse a él como “su primer amor”, porque al realizar ese estudio quedó enamorada del mundo andino.

Gracias a sus investigaciones sobre el estado inca y sobre las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas, sobre todo de la costa norte y central, podemos tener hoy un conocimiento más claro sobre el mundo costeño andino de los siglos XV y XVI. Aportes que podemos encontrar en sus libros “Curacas y sucesiones. Costa Norte (1962); “Etnía y sociedad. Costa peruana prehispánica” (1977); “Señoríos indígenas de Lima y Canta” (1978) y “Estructuras andinas de poder” (1981).

Para María la comprensión de la sociedad andina prehispánica implicaba el reconocimiento de su originalidad y de su ingenio. Lo que originó, desde un inicio, problemas para los españoles cuando pretendieron aplicar sus categorías mentales occidentales a la comprensión de lo andino. Las dificultades surgidas en el encuentro de dos cosmovisiones tan disímiles han sido señaladas por la historiadora a lo largo de su obra.

Otro aspecto propio de la organización socio-política prehispánica, que suele resaltar en sus investigaciones, es la importancia de las mujeres en los gobiernos. Ellas podían gobernar y tener rangos importantes, como sucedía por ejemplo con las Capullanas en el norte. Este tema dio origen a algunas publicaciones novedosas como “Doña Francisca Pizarro. Una ilustre mestiza 1534-1598” (1989) o “La mujer en el Perú prehispánico” (1995).

En sus publicaciones recalca la creatividad del antiguo peruano para adaptarse a su variado y difícil medio ambiente geográfico. Los estudios que realizó sobre la manera cómo los habitantes de la costa prehispánica desarrollaron diversas tecnologías para el manejo de su medio ambiente, se encuentran por ejemplo en el interesante libro “Recursos naturales renovables y pesca, siglos XVI y XVII” (1981).

Pero a María no le bastó descubrirnos la organización económica y sociopolítica de esas sociedades. Su interés también se centró en entender la dimensión mágico-religiosa de las mismas. Como ella misma nos lo decía, deseaba captar y comprender su mentalidad, su pensamiento, su lógica… Dentro de sus investigaciones nos presenta un universo con arquetipos femeninos y masculinos con poderes sobrenaturales y complementarios. Su estudio sobre la trascendencia que tuvo la divinidad costeña Pachacamac llega hasta nuestros días a través de su libro “Pachacamac y el Señor de los Milagros” (1992).

El interés que los peruanos conozcamos nuestro pasado andino fue desde siempre su principal objetivo, por eso la publicación y la gran aceptación que tuvo su libro “Historia del Tawantinsuyo” (1988) tuvo para ella una especial significación. Así como la versión para niños en formato comic.

María siempre decía “no se puede amar lo que no se conoce…”. A raíz de su última condecoración otorgada por el Ministerio Ambiente, con sus 100 años a cuestas, nos dio a entender a los que en ese momento la acompañábamos, que su profusa obra y todo el reconocimiento que había recibido por ella no tendría sentido, si no llegaba a ser conocida por la mayoría de peruanos y no aportaba en la construcción de nuestra identidad. Esa vez lo dijo con una breve pero significativa frase que quiero compartir con Uds: “¡Ojalá me lean!”.

Autor (es):

SPP Blog

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