Autor(es): Mag. Paula Escribens
Escrita y dirigida por Gabriela Yepes
*Obra seleccionada en la edición 2017 del programa de dramaturgia Sala de parto*
Veinte años después del fin del conflicto armado interno, ¿cómo se hace para mirar al “enemigo” directamente a los ojos?
Protagonista: Alejandra Guerra.
Producción de Sala de Parto.
La obra nos muestra a una mujer que decide emprender un proyecto complejo: ir a la cárcel de máxima seguridad a dictar un taller de yoga a los presos por terrorismo, a los mayores responsables de Sendero Luminoso y del MRTA que hoy se encuentran cumpliendo la condena que la justicia les dio. Ella, que a su vez hace de varios personajes, va llevándonos a través del tiempo, mostrándonos escenas de su niñez, época en que el conflicto armado ya afectaba su vida también. Toques de queda, amenazas de bomba, atentados “exitosos”; el miedo se había instalado en la capital y en el corazón de esta chica y su familia. La relación con su padre era distante y él tenía momentos de mucha exigencia y agresividad con ella, en los que aparecía como alguien muy desconectado de toda posibilidad de dar afecto y cuidado. Ella, luego de muchos años, se embarca en este proyecto de ofrecer un curso de yoga a los presos en el penal de máxima seguridad. Nos encontramos con la “terapeuta” que nos muestra todo su proceso y lo que implica para ella ir hacia la cárcel y encontrarse cara a cara con quienes representan el terror. Ella, escondiendo su ser mujer, ya que ser mujer y mostrarse como tal ¿podría hacerla vulnerable al despertar el deseo de estos hombres encarcelados? La vemos yendo hacia estos hombres a quienes va conociendo poco a poco, a quienes va reconociendo en sus puntos frágiles, así como en todo aquello que de ellos despierta terror. Ella desarrolla con ellos, a pesar de sus propias resistencias, un vínculo, intentando encontrar al humano que hay dentro de ese asesino responsable de tantas miles de muertes en el país. Todo esto la transforma indudablemente; finalmente termina dando cuenta de cómo es imposible transformar al otro cuando lleva al enemigo dentro de sí mismo.
Este es un encuentro a todas luces con lo humano, con los límites más extremos de nuestra humanidad en todo el sentido de lo que límite puede implicar. Alejandra Guerra, con una actuación entregada, nos lleva en un viaje por los rincones más intensos y reales de la existencia. Nos convoca a estar inmersos en emociones de las que la rapidez e intensidad de la vida actual más bien pareciera protegernos, pero que al alejarnos de nosotros mismos, nos deja desprovistos de herramientas para tramitar el dolor. Un dolor que no sólo es parte innegable de nuestra vida, sino justamente, aquello que nos hace humanos.
Conectar con nuestra historia social y política, además en un contexto como este, es necesario aunque aterrador. Conectar con la humanidad de aquel que representa al enemigo, conocerlo y reconocerlo en sus aspectos frágiles, sin que por ello perdamos de vista responsabilidades. Conectarnos con que aquello que nos separa del otro y nos hace diferentes, a veces depende más del azar que de otra cosa. Conectar con el dolor de vernos frágiles y que aquellos de quienes dependemos no sean capaces de cuidarnos; más cuando necesitamos que nos cuiden de ellos y de nosotros mismos. Conectarnos con cómo se desdibujan los límites entre unos y otros, porque a veces tenemos más en común con los presos de la justicia y los recluidos en un psiquiátrico poseídos por su propia locura. Finalmente, creo que nos convoca a conectarnos con los límites de nuestra omnipotencia, con lo poco que podemos hacer por el otro cuando este lleva al enemigo dentro. El psicoanálisis nos da herramientas para comprender dinámicas internas muy complejas y a la vez nos da luces de por dónde ir para transformar la locura en creatividad, la desolación en la posibilidad de sentirse acompañado por uno mismo, el pasado doloroso en un futuro con ilusiones. Pero Freud también nos dejó claro la fuerza de la pulsión de muerte y la intensidad con la que la compulsión a la repetición arrolla una y otra vez. Obras como esta nos invitan a conectarnos con esas paradojas que definen nuestra humanidad, a veces nos dejan con esperanza, otras con desasosiego. Sin embargo, imposible no irse pensando y conectado con algo intenso luego de ver a Alejandra siendo todos los personajes que nos habitan.