Autor(es): Leopoldo Caravedo Molinari
Durante 30 años Fernando Maestre se mantuvo al aire en un programa de radio que era escuchado en todo el país por más de 700,000 personas, según algunas encuestas. Otros colegas en países vecinos intentaron replicar esta experiencia y ninguno de ellos se pudo sostener por mucho tiempo; no es una tarea sencilla, como lo pueden comprobar quienes lo intentaron.
Cuando uno subía a un taxi, era común que tuviera encendida la radio en el programa de Fernando. Personas cercanas, e incluso en la consulta, comentaban que siempre escuchaban al Dr. Maestre. Muchos oyentes se identificaban con aquellos que exponían sus problemas; a otros, les abría la posibilidad de entender diferentes situaciones humanas de un modo nuevo.
El alivio, el consuelo, la calma, la comprensión, el apoyo, eran los sentimientos que muchísimos experimentaban con la voz de Fernando, su calidez, soporte, escucha y acompañamiento.
Soy testigo, por ejemplo, del caso de un muchacho que decidió estudiar psicología luego de escuchar por años el programa, y tiempo después, siendo él profesor en una comunidad, se sentaba con su gente para que lo escucharan también.
Señalo todo esto, pues a través de este programa, el Psicoanálisis estuvo presente en los oídos de una inmensa cantidad de personas. Se puede decir que Fernando Maestre fue un gran difusor del pensamiento psicoanalítico en nuestro país.
Su interés principal era la Metapsicología, área que se dedicó a enseñar también por más de 30 años, tanto en el CPPL como en el Instituto Peruano de Psicoanálisis, y a difundir a través de charlas, conferencias, etc. El “Proyecto de una psicología para neurólogos” fue uno de sus textos favoritos, como saben todos los que lo conocieron. Su interés y empeño logró que se interesaran en él un buen número de colegas psicoanalistas y psicoterapeutas. Es un texto que no es nada sencillo de entender, pero que él trataba de hacer asequible para todos.
No faltaron trabajos en los que Fernando intentara una articulación metapsicológica y clínica con la actividad de la radio, “sobre ese otro desconocido y al mismo tiempo cercano”… y así lo hacía sentir. Los testimonios de los oyentes el día de su partida fueron conmovedores. A muchas personas se les quebraba la voz y sentían su pérdida como la de alguien de su propia familia.
Fernando fue fundador del Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima (CPPL) y además gran propulsor de su Programa de Proyección Social, que es un espacio que ofrece atención en condiciones muy favorables para quienes no tienen recursos económicos, y que, además, permite a los que se forman como psicoterapeutas, aplicar lo que van aprendiendo y mejorar así sus capacidades y potencialidades. El programa de la radio fue un valiosísimo puente para conectar a quienes necesitaban atención psicológica, con un proceso de calidad.
Fernando logró hacer que todos los sectores sociales escucharan acerca del Psicoanálisis, se interesaran por esta perspectiva y se animaran a experiencias de corte psicoanalítico. No fue sencillo para él. Como ocurrió por ejemplo con los grandes tenores (Pavarotti, Carreras y Domingo), que fueron criticados por popularizar el canto lírico, Fernando lo fue por muchos que consideraban que no se debía popularizar el Psicoanálisis.
Soy de los que piensa que hacer que una base amplia de la población tenga acceso al conocimiento, en este caso una aproximación al Psicoanálisis, a la larga va impulsando no sólo la exigencia de una mayor preparación, sino la posibilidad el construir líneas de pensamiento y espacios para la reflexión, tan necesarios en nuestro país.
He sido un privilegiado el haber podido acompañar a Fernando en el programa desde hace algunos años, y constatar el aprecio y el cariño que suscitaba. Esto nos permitió compartir momentos de bromas y de seriedad. Son muchos los compañeros de nuestra Sociedad que también fueron colaboradores de programas de Fernando. Siempre tuvo un lugar para promocionar los eventos psicoanalíticos, tanto como las actividades culturales en general.
Fernando suscitaba entusiasmo, y además era muy respetuoso de las ideas de los demás. Era conciliador y amable. Desplegaba calidez.
Lamentablemente fui testigo también de su proceso de enfermar, y lo pude ver en los últimos momentos de su vida. La sensación que tuve fue de agradecimiento por la generosidad, por el apoyo que uno encontraba con tanta facilidad en él, y por lo que hizo por muchos. Especialmente, agradecimiento por lo que hizo por el Psicoanálisis.
Con pena debo transmitir, queridos amigos, que el programa se acabó.